Hacerse un estudio biomecánico para el ciclista es tan importante como hacerse una revisión médica de control, ir al fisioterapeuta o realizar periódicamente una prueba de esfuerzo máximo. Se trata de cuidar lo más importante que tenemos, nuestra salud, indistintamente de que nos subamos a la bicicleta para competir al máximo nivel o para practicar deporte a nivel amateur o para disfrutar con nuestros amigos.
No solo el que compite a máximo nivel está sometiendo su cuerpo a un momento de esfuerzo máximo o sub-máximo. El gesto repetitivo que implica el ciclismo -5.400 pedaladas en cada pierna por hora-, y el tiempo prolongado que permanecemos sobre el sillín, un soporte estrecho y no excesivamente confortable, son factores que hacen de este deporte, en cualquier de sus disciplinas, propicio a generar molestias, adormecimiento de algunas partes del cuerpo, desgastes y lesiones, con muchas posibilidades de cronificarse.
La tecnología y la biomecánica del ciclismo han dado un salto cualitativo, y han avanzado lo suficiente como para asegurar la práctica deportiva en condiciones óptimas de salud, estudiando los parámetros fisiológicos del ciclista, buscando la mejor adaptación a la bicicleta y maximizando el rendimiento en caso de la alta competición gracias al análisis de alta precisión del trabajo diferenciado de las distintas partes del cuerpo que activamente influyen en el gesto deportivo y, en definitiva, asegurando el disfrute y la salud mientras disfrutamos del deporte que más nos gusta